Como todos los profesionales que estamos trabajando en proyectos donde la presencia es una herramienta primordial para la relación con los jóvenes, nos ha costado readaptarnos a una situación que se ha presentado de repente y de la que, inicialmente, desconocíamos cómo evolucionaría.

Lo primero que abordamos para poder dar mejor servicio con las medidas del Estado de Alarma fue adaptarnos al espacio de trabajo: turnos para poder acceder a la información, a las herramientas de trabajo y el contacto con las compañeras y compañeros.

Nuestro programa tiene dos ramas: por un lado, la Residencial, por la otra el Acompañamiento a los jóvenes ex tutelados por el Consell de Mallorca.

Tres pisos, 17 (?) Jóvenes y el confinamiento, ¡qué mezcla! Desde el primer día los profesionales de Residencial habilitaron turnos de visitas, preparación de actividades formativas, flujo de información virtual y presencial, preparación de actividades rutinarias y todo lo que pudiera hacer de un piso compartido por 6 o 7 personas un sitio dinámico, agradable y seguro en cuanto a las normativas de salud, todo sin perder de vista cuáles son los objetivos del trabajo a los pisos. La realidad es que nos ha servido también para descubrir potencialidades tanto del servicio, de nuevos proyectos y de los mismos jóvenes de los pisos, la capacidad para la solidaridad y la tolerancia, compartir rasgos culturales (recordemos que hemos pasado un Ramadán confinados) y también fortalecer vínculos entre los jóvenes y los profesionales.

La relación con los jóvenes de Acompañamiento quedó momentáneamente limitada a las comunicaciones por redes sociales, aplicaciones tecnológicas WSP, video teléfono ... y siempre con la sensación de la incertidumbre de la duración de esta situación. Todo ello no ha impedido que intentáramos continuar con el acompañamiento a los jóvenes, acompañamiento en la nueva situación que ha paralizado tramitaciones, solicitudes, ayudas económicas, estudios, etc. Hemos estado, y estamos atentos, a los recursos habilitados más cercanos, tanto privados como institucionales, para poder mantener una relación lo más precisa posible, dadas las circunstancias, y así lo hemos trasladado y mostrado a los jóvenes. Hemos intentado sobretodo que aquellos jóvenes que estaban en un confinamiento más severo, muchos en habitaciones de alquiler, recibieran información cada día, pautas, actividades para paliar la soledad. Incluso hemos aprovechado la posibilidad que nos daban los Decretos y normas gubernamentales para poder encontrarnos con ellos en nuestras instalaciones y aligerar un poco el confinamiento.

No ha sido fácil, no es nada fácil. Muchos de los recursos exteriores han interrumpido la prestación de servicios (formación, ayudas, trámites burocráticos, extranjería, ...) sin que nadie supiera cuándo se reiniciarían, pero pensamos que este contacto con los jóvenes y la voluntad de estar presentes ha servido para algo, sobre todo para fortalecer vínculos y relaciones.

También hemos tenido la oportunidad de repensar nuestro servicio -los proyectos que tenemos en marcha- en el intento de mejorar estos. Hemos tenido la oportunidad de hacer una introspección, de reinventarnos y seguro que saldremos más fuertes y más seguros sobre qué hacemos, con nuevas ideas, más reivindicados.