Pau Alomar es diplomado en Educación Social por la UIB. Ha sido educador de calle durante 10 años en diferentes municipios (Palma, Calvià, Sta. Maria, Consell). Desde 2005 es el coordinador del Programa Socioeducativo de Medio Abierto con Educadores de Calle.
- ¿Cómo explicarías de una forma sencilla cuál es la función y con quien trabaja un educador de calle.
La tarea del educador de calle se centra en trabajar para la protección de las personas más vulnerables, principalmente niños y jóvenes en situación de dificultad social. Desgraciadamente, en los barrios y municipios de la isla conviven los chicos y chicas que se encuentran en condiciones de precariedad y que sufren diferentes formas de exclusión. El reto del educador de calle es conocer y acompañar a estos menores para dotarlos de las herramientas y aptitudes necesarias para hacer frente y mejorar sus situaciones personales.
- ¿Qué aporta la figura del educador de calle al trabajo de los servicios sociales?
Proximidad y atención a un colectivo que normalmente no acude ni hace demandas a los centros de servicios sociales. Bajo mi punto de vista, la virtualidad de esta figura profesional es que actúa allí donde se producen las necesidades, los contextos habituales de socialización de los menores. El educador de medio abierto, como su nombre indica, actúa en la calle, en la plaza, el parque ... en contacto directo con los menores y jóvenes y atendiendo las necesidades in situ. La realidad nos dice que si tuviéramos que esperar a que estos menores lleguen a los servicios sociales, la inmensa mayoría de necesidades no serían atendidas, ni siquiera detectadas, al menos hasta que la situación estás mucho más deteriorada.
- ¿Cómo y con quién se coordinan los educadores de calle?
Los educadores de nuestro programa trabajan de manera coordinada con la mayoría de recursos y servicios del barrio que atienden de alguna manera a la población infanto-juvenil de un territorio. A modo de ejemplo, es común que el educador mantenga reuniones periódicas con escuelas, institutos, centros de jóvenes, centros de esparcimiento, bibliotecas, clubes deportivos, etc ... para que las intervenciones se hagan de manera coherente, evitando duplicidades e intentando incidir en diversas áreas del menor.
Por otra parte, los educadores de calle forman parte de los equipos de servicios sociales municipales, lo que hace que la coordinación con trabajadores sociales, psicólogos, orientadores laborales, etc. sea casi cotidiana.
- Este debe ser un trabajo bastante solitario. ¿Qué tipo de apoyo reciben los profesionales desde el GREC?
Como dices, el educador, normalmente, actúa solo en el barrio, lo cual no siempre es fácil. A pesar de la intervención en el medio abierto es una acción planificada, el trabajo de calle enfrentas a situaciones diversas, a veces imprevistas o delicadas, que te piden respuestas ágiles de manera continuada. Este dinamismo se intenta compensar proporcionando a los educadores espacios de reflexión y formación que posibiliten pararse a pensar antes y después de actuar.
En este sentido, hablaría de 3 espacios de apoyo: la reunión de equipo, principal fuente de la que nos nutrimos los compañeros del programa y que nos proporciona elementos de reflexión, intercambio de experiencias, preparación de actividades conjuntas ... La formación continua, que intenta dotar de herramientas y estrategias a los educadores para mejorar sus capacidades a la hora de enfrentar situaciones con los menores y familias. Y la coordinación técnica, espacio individual donde, semanalmente, coordinador y educador revisan el trabajo realizado desde una perspectiva constructiva donde se intenta ofrecer una mirada externa, promover la reflexión a partir del cuestionamiento del trabajo y compartir dificultades, angustias, pequeños éxitos ...
- Como se introduce un educador de calle a un territorio? Como conoce a los jóvenes y sus familias?
Respecto de la primera cuestión, yo diría que depende, pues la forma de ser del educador influirá en cómo acomete esta entrada. Hay compañeros que tienen un estilo más directo y que en pocas semanas consiguen "abrirse paso" en el nuevo barrio consiguiendo establecer unos primeros contactos, la realización de alguna acción puntual, etc. Otros, muestran un talante más cauto y se toman un tiempo prudencial para ir descubriendo el barrio y darse a conocer.
A pesar de estas diferencias individuales, y enlazando con la segunda pregunta, hay ciertas cuestiones que forman parte de la metodología del programa y que aunque sea a distintos ritmos, los educadores deberán afrontar. Para llegar a los jóvenes es imprescindible ser el barrio. Pasar tiempo, conocer sus intereses, dejarnos ver, visitar los espacios y recursos que ellos frecuentan. De este modo, siempre se acaban estableciendo contactos entre el educador y el menor. Una vez hechos los primeros contactos, el planteamiento de proyectos educativos de carácter grupal y / o comunitario, utilizando las actividades lúdicas y deportivas como medio, son la herramienta básica para pegarlos y establecer un vínculo afectivo. Llegar a las familias, hermanos, otros amigos, etc ... será una cuestión de tiempo.
- Puedes enumerar algunos de los proyectos grupales o comunitarios que realiza un educador de calle?
Actualmente, encontramos cierta variedad en cuanto a los proyectos que llevan a cabo los educadores en los diferentes barrios. Por un lado, se están desarrollando proyectos socioeducativos donde el centro de interés es la cocina, el baile, la batucada, el fútbol ... donde el educador consigue fidelizar la asistencia de los menores ofreciéndoles actividades que despiertan su interés y así poder incidir en problemáticas como el consumo de sustancias, el absentismo escolar, las conductas disruptivas o predelictivas, hábitos alimentarios o de higiene. .. Estos tipos de proyectos pretenden dotar al barrio de espacios de ocio estructurado donde los menores con menos supervisión y apoyo obtengan la atención de referentes adultos positivos.
Por otra parte destacaría una tipología de proyectos que van dirigidos a dinamizar la comunidad trabajando con las entidades de los barrios para ponerlas en contacto, detectar necesidades conjuntas y proponer estrategias para solventarlas.
Otros proyectos como el trabajo para la capacitación parental de las familias, la preparación de los jóvenes para acceder al mercado laboral o el acompañamiento de los alumnos en su paso de primaria a la ESO, están también presentes en el programa de educadores de calles con experiencias que están resultando de mucho interés.
- ¿Cuál es la parte más dura del trabajo como educador de calle y que suele desgastar más a los profesionales de este programa?
Yo diría que la parte más difícil de nuestro trabajo es la observación en primera persona de situaciones duras que tienen como protagonistas a niños y jóvenes. Desde este punto de vista no podemos pasar por alto el contexto de crisis actual que, sin duda, ha agravado significativamente la situación de precariedad de menores y familias de los barrios y municipios de la isla. Ver y convivir cotidianamente con situaciones, a veces, dramáticas es un factor importante de desgaste que hace que el trabajo no siempre sea agradable.
El horario flexible y sobre todo de tarde, así como la energía que requiere el trabajo son también elementos que un educador debe tener claros cuando uno se quiere dedicar a trabajar en el ámbito del medio abierto. De todos modos, la experiencia nos dice que nunca llegamos a dar tanto como lo que nos devuelven aquellos para los que hacemos trabajo.